Vivir donde pasa el tren



Mientras que los índices de pobreza y desnutrición de la provincia escandalizan al país, y los medios nacionales hacen de esto sólo una noticia de un día, la realidad cotidiana golpea a la gente detrás de estas cifras



Un reflejo de esto son los asentamientos que se multiplican en la periferia, muchos de los cuales nacen en silencio y así permanecen



Sin embargo, otros cobran estado público simplemente porque afectan a terceros, lo que parece ser una de las únicas formas de captar la atención y poner la mirada de la opinión pública sobre las necesidades más básicas insatisfechas con las que las personas deben sobrevivir



Este es el caso del asentamiento levantado sobre las vías del tren entre la avenida Chaco y calle 20, hace poco menos de un mes. Lo cierto es que a pesar de que los servicios ferroviarios como el Belgrano Cargas y el Sefecha debieron suspenderse por la peligrosidad que significa la cercanía de las precarias casas a las vías, la ausencia de funcionarios y la falta de respuestas a las demandas, son el factor predominante



Recién ayer, y por solicitud del Polo Obrero, se hizo presente personal de Desarrollo Social para realizar un censo



Cerca de 90 familias permanecen en el lugar en precarias carpas construidas con palos, chapas de cartón, naylon y los pasacalles que quedaron de las últimas elecciones.



Todas ellas tienen algo en común, no tienen donde ir. La gran mayoría son jóvenes de 17 a 30 años, desocupados, con hijos y que vivían hacinados con su familia, compartiendo una casa con diez o quince personas.



La convivencia se les hace tan difícil, al punto de preferir estar prácticamente a la intemperie



Asimismo, saben que no se pueden quedar donde están, por eso piden un terreno para asentarse y comenzar a construir con la asistencia del Gobierno



Blanca Escobar explicó que ante la promesa de una reubicación en la Chacra 913, detrás del barrio Emerenciano, y 30 contratos para la autoconstrucción de las viviendas, cerca de 90 familias ya abandonaron el lugar, pero las soluciones no llegaron para todos, sino sólo para un grupo.



Según afirman otras 90 familias siguen en las mismas condiciones, continúan sin respuestas y con el correr de los días van llegando más. Si bien es cierto que muchas de estas carpas están deshabitadas, en muchas otras están las únicas pertenencias que tienen sus habitantes en el mundo: un colchón, un par de frazadas y algunas ropas

























































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